La inseguridad en las zonas rurales del norte del país alcanzó niveles alarmantes, según denuncia la Asociación de Productores Agrícolas del Norte (Apronor). Los agricultores enfrentan una creciente ola de robos en sus propiedades, particularmente en galpones, lo que generó una fuerte sensación de impotencia y preocupación en el sector.

De acuerdo con un escrito enviado por Apronor, el "robo a galpones" se ha vuelto una práctica recurrente, afectando a casi todos los productores de la región sin excepción. Los delincuentes sustraen productos fitosanitarios, repuestos y herramientas fundamentales para el trabajo agrícola, ocasionando pérdidas económicas que golpean duramente a los trabajadores del campo.

A pesar de que los productores han presentado numerosas denuncias y han mantenido reiteradas reuniones con autoridades de seguridad y altos funcionarios del Poder Ejecutivo, hasta la fecha no se ha logrado esclarecer ningún robo. Este panorama, afirman, genera frustración entre los afectados, quienes sienten que las instituciones encargadas de brindar protección no están respondiendo de manera efectiva.

Uno de los principales obstáculos, según explican desde Apronor, es la falta de seguimiento adecuado en las causas judiciales. "Muchas de las denuncias son archivadas bajo el pretexto de 'economía procesal', lo que impide el avance de las investigaciones", señalan. Además, las fuerzas policiales se ven limitadas por la reticencia del poder judicial a otorgar los permisos necesarios para realizar allanamientos en las propiedades sospechosas.

En los últimos meses, la situación se ha agravado con la expansión de las bandas delictivas a provincias vecinas como Santiago del Estero, lo que suma un nuevo nivel de complejidad. Las autoridades policiales locales se encuentran impedidas de intervenir fuera de su jurisdicción y, a pesar de las solicitudes de colaboración, los exhortos para que la justicia de la vecina provincia actúe nunca se concretan. Esto ha permitido que los delincuentes sigan operando con total impunidad.

La sofisticación de los robos también ha aumentado. Los ladrones no solo burlan alarmas y cámaras de seguridad, sino que ahora emplean tácticas más avanzadas, como dopar a los perros guardianes, lo que dificulta aún más la protección de los bienes agrícolas.

Ante esta situación, los productores reclaman una respuesta urgente de las autoridades. "Realizamos nuestra actividad con enorme vocación, pero se hace cada vez más difícil trabajar en el ámbito rural", afirman.